La OEA cede a la presión de EE.UU. una vez más
Presión de EE.UU. Sitúa a Cubanoamericana de Línea Dura en Comisión de Derechos Humanos
Reed Lindsay
Julio 7, 2025
Rosa María Payá se incorporó a la comisión de derechos humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de su apoyo a las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, su cercanía con líderes de extrema derecha y su carencia de conocimientos básicos sobre derecho internacional.
El periodista de Belly of the Beast Reed Lindsay escribió sobre Payá y cómo EE.UU. ha utilizado a la OEA para socavar las misiones médicas de Cuba en el siguiente artículo publicado en colaboración con Jacobin.
La activista cubanoamericana Rosa María Payá fue elegida como miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA el 27 de junio, a pesar de las preocupaciones de un panel independiente sobre sus “conflictos de interés” y su falta de conocimientos sobre la legislación en materia de derechos humanos. La administración Trump presionó mucho para que la organización eligiera a Payá, con quien mantiene estrechos vínculos.
Payá dirige Cuba Decide, organización que cuenta con el respaldo de grupos financiados por el gobierno de EE.UU. También ha sido una firme defensora de las sanciones de Washington contra Cuba, las cuales han contribuido a la escasez de alimentos, medicinas y electricidad en la isla.
“El largo historial de Payá de apoyar el embargo contra Cuba va directamente en contra de la supuesta misión de la comisión de proteger los derechos humanos”, afirmó Michael Galant, analista del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR) con sede en Washington D. C., el cual presentó un informe sobre Payá al panel de la Facultad de Derecho de la American University que la evaluó.
El panel señaló que Payá “demostró un conocimiento sustantivo limitado de las normas, la jurisprudencia o la doctrina de las leyes internacional de derechos humanos”. También expresó su preocupación por la pertenencia de Payá a diversas organizaciones de la sociedad civil.
Payá ha lanzado acusaciones infundadas contra gobiernos de izquierda en la región, como llamar a la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, partidaria del terrorismo. Márquez ha criticado las sanciones contra Cuba, así como la designación por parte de EE.UU. – sin ninguna prueba creíble – de Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo”.
Además, Payá ha mantenido relaciones cercanas con líderes de derecha como Jair Bolsonaro y Donald Trump. En 2020, Payá elogió a la entonces presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Áñez (ahora en prisión por liderar un golpe de Estado), semanas después de que su gobierno cometiera masacres que fueron condenadas por la CIDH.
Los Estados de la OEA ceden ante la presión de Estados Unidos
Payá fue elegida miembro de la CIDH en la primera ronda de votaciones por veinte de los treinta y dos Estados de la OEA que votaron. “Una ferviente defensora de violaciones de derechos humanos se ha convertido ahora en una de las siete guardianas de los derechos humanos en la región”, afirmó Galant. “Su elección es una mancha para la institución, un recordatorio de la influencia desmesurada y perniciosa de Estados Unidos en la OEA”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba emitió un comunicado poco después de la votación en el que acusó a la Casa Blanca de “chantaje”, al utilizar amenazas de recortar los presupuestos de ayuda en la región si los Estados miembros no votaban a favor de Payá.
La elección de Payá era previsible, dada la historia de Washington de presionar a los Estados miembros de la OEA para que hagan lo que ellos quieren. Antes de la Asamblea General de la OEA en Antigua y Barbuda, el Departamento de Estado anunció el 24 de junio que el subsecretario de Estado Christopher Landau “se reuniría con sus homólogos extranjeros y jefes de delegación para abogar por la elección” de Payá.
El Departamento de Estado también emitió un comunicado elogiando a Payá e “instando” a los Estados miembros a apoyar su candidatura. Tras la votación de la OEA, Payá agradeció al secretario de Estado Marco Rubio por allanar el camino para su selección a la comisión con su “liderazgo audaz” y su “defensa inquebrantable de la libertad en nuestro hemisferio”
Trump ataca a las misiones médicas cubanas
La elección de Payá para la comisión de derechos humanos se produce en un momento en que la administración Trump está intensificando su campaña de presión para que otros países rompan relaciones con las misiones médicas cubanas. Esta campaña ya parece estar afectando a la CIDH, que recientemente envió una solicitud sin precedentes que daba a los Estados miembros treinta días para presentar información sobre la cooperación médica de Cuba en sus países.
“La CIDH podría estar actuando como ejecutora de los Estados Unidos, una especie de brazo policial que promueve la agenda de Washington de endurecer el bloqueo de sesenta años para intentar derrocar al Gobierno cubano”, afirmó Francesca Emanuele, asociada sénior de política internacional del CEPR, cuya investigación se centra en la OEA. “El momento es muy sospechoso, especialmente teniendo en cuenta el contexto, que pone en riesgo a los funcionarios públicos que trabajan para ampliar el acceso a la atención médica en sus países”.
La carta fue enviada el 20 de mayo por Javier Palummo Lantes, relator especial de la CIDH sobre derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. En la carta, Palummo presenta una larga lista de solicitudes de información sobre las misiones médicas cubanas pasadas y presentes, incluyendo detalles de los contratos, documentación de denuncias legales e información sobre el personal médico que ha abandonado las misiones.
“Hacer una petición tan generalizada a todos los países y anunciar que la información se hará pública parece malintencionado, impulsado por factores externos o peligrosamente ingenuo”, afirmó Emanuele.
La administración Trump ha intensificado su larga campaña de presión contra países del Sur Global para que rompan sus vínculos con los profesionales de la salud cubanos, bajo el pretexto de preocupaciones por los derechos humanos, alegando que los médicos cubanos son víctimas de “trabajo forzado”.
Investigaciones exhaustivas y entrevistas con los propios médicos cuentan una historia diferente. Si bien la información disponible indica que, en la mayoría de los casos, el Estado cubano se queda con la mayor parte de los pagos por las misiones, los médicos y enfermeros cubanos se ofrecen como voluntarios para las misiones en el extranjero y reciben una remuneración mucho mayor que sus salarios en la isla.
Los equipos médicos cubanos suelen destinarse a barrios urbanos y zonas rurales remotas donde viven las poblaciones más pobres. También se han enviado equipos en respuesta a emergencias sanitarias internacionales, como el ébola y la COVID-19, y a desastres naturales, como los terremotos de Pakistán y Haití.
Estados Unidos presiona al Caribe
La propaganda y la diplomacia coercitiva de la administración Trump dirigidas a la cooperación médica de Cuba, junto con sanciones más severas, forman parte de su estrategia de “máxima presión” para provocar un cambio de régimen mediante el estrangulamiento económico.
El pueblo cubano es el que más sufre estas políticas, pero ahora los funcionarios gubernamentales de otros países también están empezando a sentir sus efectos. En febrero, el secretario de Estado Marco Rubio anunció restricciones de visado para los funcionarios de gobiernos extranjeros – y sus familias – que han acogido a los equipos médicos cubanos. Y el mes pasado, Rubio anunció que se habían restringido los visados de funcionarios centroamericanos no identificados.
Las amenazas de restringir los visados provocaron inicialmente indignación en todo el Caribe, y varios jefes de Gobierno desafiaron abiertamente a Estados Unidos.
Sin embargo, algunos gobiernos podrían estar cediendo a la presión de Estados Unidos. Bahamas anunció en junio que cancelarían los contratos con los médicos cubanos tras sus conversaciones con Washington. El ministro de Salud y Bienestar, Michael Darville, afirmó que su Gobierno intentaría “firmar contratos de trabajo directos” con el personal cubano en el país, pero indicó que dicho acuerdo necesitaría la aprobación de la Administración Trump.
“Los servicios que prestan en el país son necesarios, por lo que el Ministerio de Asuntos Exteriores [de las Bahamas] está manteniendo conversaciones con sus homólogos de Estados Unidos”, afirmó Darville.
Mientras tanto, Guyana está reconsiderando su acuerdo con Cuba en respuesta a las exigencias de Estados Unidos. “Estamos trabajando para garantizar que las personas que vienen aquí desde Cuba cumplan con la definición mencionada por el secretario de Estado de los EE.UU., de modo que las condiciones de trabajo aquí no entren en conflicto con los requisitos establecidos por ellos», declaró el vicepresidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, en una rueda de prensa.
Una herramienta de la política estadounidense
La OEA ha servido durante mucho tiempo como herramienta de la política exterior estadounidense, apoyando a dictadores respaldados por Estados Unidos, como Augusto Pinochet en Chile, así como intervenciones armadas, incluido el golpe de Estado de 1954 que derrocó a Jacobo Árbenz, presidente democráticamente electo de Guatemala. Por insistencia de Estados Unidos, Cuba fue suspendida de la OEA tres años después de la revolución de 1959.
Washington perdió parte del control sobre la organización durante la Marea Rosa de la década de los 2000, cuando presidentes sudamericanos como Hugo Chávez, Evo Morales, Luiz Inácio Lula da Silva y los Kirchner se opusieron a la hegemonía estadounidense en la región.
Pero en 2015, la OEA dio un giro radical hacia la derecha bajo el liderazgo de Luis Almagro, quien utilizó la organización para respaldar a políticos de extrema derecha en todo el mundo, desde el partido Vox de España hasta el presidente de Argentina, Javier Milei, y para apoyar abiertamente a Israel incluso cuando este cometía genocidio en Gaza. Durante el primer mandato de Trump, Almagro afirmó que no debía descartarse una intervención militar estadounidense en Venezuela, una postura que contradice los principios de no intervención y respeto a la soberanía nacional recogidos en la Carta de la OEA.
Almagro, que contaba con el firme apoyo de la Administración Trump y de cubanoamericanos de línea dura como Rubio, también abrió las puertas de la OEA a destacadas figuras de la oposición cubana, entre ellas Payá.
Almagro dejó el cargo hace tres semanas y fue sustituido por Albert Ramdin, un diplomático surinamés que fue elegido con un fuerte apoyo de las naciones caribeñas. Aunque Ramdin quiera cambiar el rumbo de la organización, sus opciones pueden ser limitadas, dado que su presupuesto está subvencionado en gran medida por el Gobierno de Estados Unidos.
Estados Unidos alberga la sede de la OEA y es su mayor contribuyente financiero, con más de 60 millones de dólares en 2024. Washington podría tener aún más influencia, ya que la administración Trump propuso recortar sus contribuciones a la organización en un 75 % en su solicitud presupuestaria al Congreso.
La solicitud presupuestaria incluye 2900 millones de dólares para un nuevo Fondo de Oportunidades America First (A1OF), que el Departamento de Estado podría gastar a su discreción para “hacer que Estados Unidos sea más seguro, más fuerte y más próspero”. La OEA no se mencionó como posible beneficiaria de esta financiación, pero se dieron como ejemplo las contribuciones al presupuesto de las Naciones Unidas para ilustrar cómo se podrían utilizar algunos de estos fondos.